Desde la fabricación de la Nikon F, en 1956, la Nippon Kogaku entendió que este tipo de objetivos debían formar parte de un sistema profesional de fotografía. Los objetivos macro están diseñados para ofrecer el máximo de rendimiento a distancias cortas, mientras que los objetivos no-macro, lo hacen a distancias intermedias. Aunque el objetivo macro es la herramienta óptima para la macrofotografía, su precio suele ser elevado. Por esta razón, todos los fabricantes de cámaras fotográficas (Canon, Nikon, etc.), así como empresas de accesorios (Sigma, Vivitar, Tamrom, etc.) siempre han fabricado accesorios más baratos que permitan la macrofotografía con objetivos no-macro. Las lentes de aproximación presentan dferentes aumentos, desde 2x hasta 10x. Estas lentes se enroscan en el anillo frontal del objetivo y permiten un enfoque más cercano. La pérdida de calidad óptica puede ser notable en los bordes de la imagen, dependiendo de la calidad de la lente. Entre los accesorios macro que no incluyen lentes, encontramos los fuelles y tubos de extensión. Ambos fueron diseñados originalmente como accesorios de los objetivos macro, de forma que la gama de ampliación del objetivo (que inicialmente alcanzaba 1:2) pudiera ampliarse considerablemente. Los fuelles ofrecen una ampliación mayor, pero son considerablemente más caros, engorrosos de manejar y transportar que los tubos de extensión. Por ello, estos últimos son los accesorios macro más utilizados.

Los tubos de extensión consisten en un juego de tubos huecos (no incluyen óptica) que se insertan entre la cámara y el objetivo. Al carecer de lentes, no influyen en la calidad de la imagen final. No obstante, como se ha comentado anteriormente, si se utilizan objetivos no-macro el rendimiento puede ser inferior que el de un objetivo macro. Actualmente, los tubos de extensión presentan conexiones electrónicas que permiten una comunicación perfecta entre cámara y objetivo. De esta forma, los tubos permiten los automatismos de la cámara (p.e. autofoco, sistema de medición de la luz, etc.). Sin embargo, estos primeros modelos no montan acopladores de diafragma (orejas de conejo), y en consecuencia, rompen la comunicación entre cámara y objetivo. Cuando insertamos estos tubos, el diafragma del objetivo quedará abierto al máximo y la medición del fotómetro se referirá a ese diafragma máximo, no al que tengamos fijado en el objetivo. Disponemos de dos posibles soluciones.

La primera es calcular a ojo: Si el objetivo fuera un 50mm f/1.8, la velocidad de exposición que registra la cámara sería la correspondiente a ese f/1.8, así que para un f/2.8 será un punto más baja, para f/4 dos puntos de velocidad más baja y así sucesivamente.

La segunda opción es la que se conoce en inglés como stop-down metering. Consiste en fijar la velocidad deseada y medir la luz cerrando el diafragma, mientras mantiene pulsado el "botón de previsualización de la profundidad de campo". Lo que hace realmente este botón es anular el sistema de apertura automática del diafragma. Así que verá que cuanto más cierra el diafragma, más se oscurece la imagen. Sin embargo, el fotómetro de la cámara podrá leer la luz que entra en cada momento, y usted podrá ver también que diafragma se ajusta a la velocidad fijada. Aunque el sistema es un poco engorroso, la práctica hará que se agilice mucho el proceso.